Édison

Ganador Adulto

Quedaron en jugar escondidijo en la mañana mientras estaba la aguapanela para tomar los tragos. Édison se concentra. Piensa en la estrategia para que no lo encuentren. Detrás de los matorrales, debajo de la mesa del corredor, por el corral de las gallinas, por el camino que viene de El Aro, un pueblito en el que llueve mucho. Aquí huele a yerba húmeda porque también llovió, pero en El Aro más, porque se escuchan muchos truenos para ese lado de la montaña. ¡A contar! ¿Le toca al hermanito menor? Rápido. Todos pilas. Hay que llegar primero a los mejores escondites. Al costado del patio hay una pared de tapia. El hermanito menor se arrincona contra ella. Un silbido, seguido de «Tápese los ojos mientras cuenta», lo hace llevarse las manos a la cara. Se aprieta tanto, que empieza a ver animalitos blancos en un fondo negro. Los demás niños siguen moscas. El hermanito menor se recuesta más duro contra la tapia. «¡Empiezo a contar!», grita. «1». Todos quedaron inmóviles cuando un hombre con ametralladora salió del camino que viene de El Aro. «Como en las películas de Arno Suaseneguer». «2». Un segundo hombre apareció igual de armado. «Huele a Sangre». «3». Uno más, con botas pantaneras. «Huele a sudor». «4». Llega otro, con la ropa húmeda. «Confirmado, llovió en El Aro». «5». Al menos el hermanito menor se fue a algún lugar seguro, a donde van los niños cuando se cubren los ojos. «6». «Parece que los cuenta mientras van llegando». «7». ¡Hijueputa, huele a aguapanela!, gritó melancólico el que recién salía por el camino. «8». «Si sigue contando van a seguir apareciendo». «9». Otro sale y se dirige, acechante, hacia donde están todos los niños. «¡1, 2, 3 pa mí, que tengo hambre», susurró entre dientes. «10». Édison quiso correr, pero los pies no le respondieron, ni a los demás que estaban con él. «11, 12, 13, 14». 150 de ellos asomaron por el camino. El juego duró 4 días y nadie llegó para salvar la patria*. * En el juego del escondite o escondidijo, si el último jugador, que permanece escondido, alcanza la base antes que quien contó, generalmente, al grito de «¡Salvo patria!», libera a los jugadores capturados, así que el jugador que contó la primera vez debe hacerlo nuevamente.

Juan Torres, 40 años
Segovia, Nordeste

Ilustración: Sebastián Cadavid