Cómo se siembran los nuevos sueños

Ganadora categoría juvenil

Había una vez, y también dos y tres. Tres éramos las hijas de mis padres que todos los días saludábamos a la luna antes que al sol con aguapanela en mano. Todas mis hermanas, por su edad, se quedaban en casa, pero yo iba a estudiar. A veces faltaba porque tenía que quedarme con ellas a recoger el café cuando papá enfermaba. Hoy era un día de esos; sin embargo, Ana, la mayor, me dijo que me fuera porque no podía seguir faltando a clases porque ya casi terminaba el colegio. Eran ya las ocho cuando terminamos de darle el desayuno a papá, así que tuve que salir corriendo. Con el cabello desordenado, mi aguapanela en una botella de gaseosa y mi desayuno encaletado porque no tenía tiempo para comer ni para un uniforme, aunque este estuviera roto. Cuando llegué a clase todos me miraron con extrañeza porque estaba con mi ropa de trabajo. Tenía unas botas negras y viejas, un delantal rojo y la camisa con la manga rota. Las miradas de la clase no estaban con el profesor, estaban conmigo señalándome por nunca esperar encontrarme así. Antes de acabar la primera hora, el profesor Carlos, quien era de los pocos que se preocupaba por nosotros, nos preguntó sobre qué queríamos hacer el próximo año que saliéramos de este lugar. Matías Cuento ganador 46 47 dijo policía; Miguel dijo contador; Sofía que actriz; Miriam, futbolista; Antonia, administradora de empresas, y de ahí perdí la cuenta de los sueños y las empresas que se iban a construir encima de esta tierra. Yo, Cristina, dije que chapolera. Algunos se rieron, otros susurraron; el profe Carlos no dijo nada. Yo volví a trabajar.

Laura Cristina Escobar Marín, 17 años
Fredonia Suroeste