Dos palabras

Ganador Juvenil

Cómo puede ser posible estar y no pertenecer, ver y no ser visto, vivir siempre al otro lado del cristal, siendo testigo de cómo se mueve el mundo, pero sin poder hacer nada para que en medio de ese ajetreo la gente entienda que soy quien ha hecho posible todo el contexto en el cuál viven. Siempre he madrugado a ver las lanchas y a los pescadores, las atarrayas y los anzuelos, el amanecer y el atardecer que se pierden en el horizonte. Siempre he estado aquí, te he visto cuando vienes a lanzar tus plegarias, cuando te sientas a contemplar todo menos a mí, cuando escribías esos poemas que ella jamás leyó. Fluyo y te veo, te veo llorar cada 26 de noviembre exactamente a las 5:56 p. m. Como ves, sé de fechas, horas y momentos, sé de encuentros y desencuentros, sé de la vida y de la muerte porque las he dado y las he recibido. Soy inspiración de versos, canciones, pinturas, mitos y leyendas. Soy historia entrelazada con el recuerdo vivo de un pasado triste. Soy cementerio improvisado, culpable de fúnebres despedidas. Soy la sangre de tus venas, las venas de un país. Un país que no puedo odiar incluso escuchando cómo miles de corazones rotos me maldecían, cómo sus lágrimas se mezclaban con mis aguas. Las súplicas de gente inocente que 34 jamás mereció sufrir de esa manera. Cómo olvidar las botas negras y los fusiles en la espalda, los disparos a medianoche, a mediodía, a cualquier hora… Nunca terminaría de contarte todo lo que soy y lo que represento, todo lo que vi y viví en los mejores y peores años de Colombia, por si no te has dado cuenta, soy el río, soy el Magdalena; dos palabras que unidas se convierten en emblema. Siempre he estado aquí, aunque tú no me veas, o aunque no me quieras ver. No me basta con que veas la superficie, no me basta con que sepas que existo, quiero que sepas que soy más que agua fluyendo sobre piedras; yo soy historia, yo soy tu historia.

Leidy Lorena Ochoa Rincón, 16 años
Maceo, Magdalena Medio