Ganador Infantil
En cada grano de café se esconden diferentes tradiciones e historias. Su magia y sabor reposan debajo de su cáscara y son un himno a las costumbres antioqueñas. Este fruto posiblemente siga representando nuestra tradición cultural que continuará siendo resguardada por las imponentes montañas del departamento. Sin embargo, si pensamos en cómo será la industria cafetera en un futuro, posiblemente sea difícil de imaginarlo con claridad. La tradición y la esencia de los antioqueños se centran en la alegría y la perseverancia, pero sobre todo en las ganas de progresar, las cuales hacen que nuestro departamento crezca y siga creciendo. Nuestra historia empieza desde un pequeño árbol de café que habitaba en una de las imponentes montañas, al lado de muchos, muchísimos arbolitos más. Este era muy singular y diferente, puesto que era una especie particular de café. Cierto día empezó a escuchar ruidos muy fuertes y sintió unos grandes temblores. Fue creciendo poco a poco y se dio cuenta de que habían construido una pequeña carretera. Esto poco le importó y siguió luchando para dar su fruto. Siguió dando y dando fruto hasta que cierto día un pequeño cucarachero se sentó en una de sus ramas. Charlaron por un muy buen rato y el cucarachero le contó todo lo increíble que ocurría a su alrededor. El arbolito de café y el cucarachero se volvieron muy buenos amigos en ese entonces. Pasaron los años y el cucarachero le contaba cómo habían empezado grandes obras y que era cada vez más frecuente ver robots en la calle. Cierto día un grupo de personas se acercaron a él con palas y una gigantesca bolsa con tierra. Lo arrancaron y lo depositaron en esta bolsa, todo esto mientras su amigo el cucarachero lo observaba. Lo montaron a un auto y lo llevaron hasta un pequeño terreno despejado, cerca de un guayabo. Los hombres inflaron un gran globo mientras el cucarachero lo observaba desde el guayabo. Finalmente, este fue levantado por el globo que decía: «El primer árbol de café en llegar al espacio.19 de abril de 2040». Este se elevó y vio todo aquello de lo que le había descrito su amigo cucarachero. Se veían grandes montañas y cultivos de café y plátano, e innumerables casas, grandes carreteras con buses de estampado con hojas y unos ríos limpios y cristalinos. En concreto, era un pedacito de cielo en la tierra.
Jerónimo Betancur Garzón, 12 años
El Carmen de Viboral, Oriente
Ilustración: 6BGraffitto